viernes, 16 de septiembre de 2011

Cusco en un plato

Caminando por la ciudad Imperial de Cusco, un olor delicioso, que nunca había experimentado antes, penetró mi nariz. Siguiéndolo  llegué a un amplio restaurante plagado de gente, llamado “Chicha”. Descubrí que el olor provenía de un sabroso Cuy al horno. Sin dudarlo me deleité con aquel curioso plato. Un mozo no dudó en explicarme la preparación de este plato: compuesto por un cuy al horno relleno de aceites y comino natural, acompañado de un suculento tamal. Además me contó que tiene un origen andino. Este plato era consumido en fiestas, en el momento de la Colonia los españoles prohibieron este plato y lo reemplazaron por el cerdo al horno.
Al día siguiente fui al recomendado restaurante “Tunupa” donde probé el variado buffet, comencé con una entrada, que era la piel del cerdo frita, crocante y con un sabor salado incomparable, tenía una amplia vista hacia el río Urubamba, viendo a los pescadores atrapando truchas para poder preparar el conocido ceviche de trucha o también la trucha frita, influenciado por los españoles al traernos este rico pez. Al llegar la noche, en el hotel me ofrecieron una sopa de chairo, consistía en una sopa de tripas de cordero, papa y mote. A pesar de su compleja preparación no me agradó del todo su sabor.
No logré saciarme por lo que decidí tener un pequeño “tentempié”. Me dirigí a la pizzería “La Romana”. Me asombró lo mucho que se puede comer a tan bajo precio. A cada tantos minutos se te acercaban con una gran pizza. Americanas, Hawaianas, ninguna se comparaba a ese plato del cual nunca sacaré su sabor de mi boca: “La pizza a la leña de la Casa”. Con la masa perfectamente adecuada, los condimentos; sentía que si alguna parte estaba quemada, solo le daba un mejor sabor.
Al amanecer del día siguiente, pensando donde iba a comer escuché a una pareja joven hablar sobre un restaurante muy popular llamado “Inkanto”; al oír esto preparé mis cosas y arme rumbo al famoso restaurante. Al llegar observé a la conmoción de gente a un lado esperando a hacer fila para consentir su paladar. Tras horas de espera, llegué al inicio de la fila y tomé asiento, me fijé cuidadosamente en el detalle rustico del restaurante, la calidad de sus cuadros, los detalles de su cerámica; pero era tarde para seguir observando era la hora de comer, ordené un famoso chiriucho, el simple aroma lo decía todo: era un plato incomparable, a primera vista uno se da cuenta que consiste en un cuy, una pierna de gallina, tortilla de maíz y cancha serrana. Dando el primer bocado a tan maravilloso plato se liberó un festival en mi paladar siendo un espectáculo para mí, tan exquisito que ni siquiera duro 15 minutos, ya era hora de pagar, me despedí con tristeza, así que decidí volver en la noche.
Al caminar por la plaza, veo los locales de “comida rápida” y tiendas que uno no pensaría encontrar, y pienso, ¿Cuándo pasó esto?, pero de pronto veo un cartel, “Tours gastronómico a las afueras de Cusco”, como no tenía más que hacer decidí tomarlo, me subí en un viejo taxi blanco y emprendí mi ruta a lo que sería algo que ni yo imaginaba.

Mientras recorríamos el camino vi un cerro que me llamó la atención, en la punta había una ermita rodeada de un altar, me contaron que es el Señor de Huanca y que sus aguas pueden curar cualquier mal, luego de esta historia, sin darme cuenta habíamos llegado al primer destino. A solo 15 minutos de la ciudad se encuentra Saylla, lugar del mejor chicharrón de Cusco, baje del auto y decidí ir a constatarlo, entre a la primera chicharronería que vi y lo primero que note es que el chicharrón se hace en peroles (ollas de cobre) y se acompaña con mote, al probarlo quedé boquiabierto, era un sabor espectacular para mi paladar, al terminar el plato y pagar la cuenta, me dirigí hacia una localidad donde preparan el 2do mejor pan del mundo, el pan chuta, un poco dulce y extremadamente generoso, por el módico precio de 5 soles, recibí dos panes, al probarlo, me di cuenta porque no lo acompañaban con nada, el pan era perfecto en sí y ningún acompañamiento estaba a su nivel. Como ya oscurecía decidí regresar a mi hotel.
Después de esta abundancia de increíbles potajes, satisfecho y muy contento, se acabó mi estadía en esta magnífica ciudad. Me voy con demasiadas ganas de volver, me voy con una frase en mi cabeza ¡Qué rico ser peruano¡

La gastronomía en Cusco viene desde tiempos ancestrales, donde la comida no significaba nada más que para  un medio de supervivencia, quién pensaría que la combinación de ingredientes nativos, crearía una de las gastronomías más diversas del mundo y la fusión entre 2 mundos, la ayudaría más, el resultado: Un sabor único e incomparable, la comida en Cusco, ahora es más que comida, es más que un tiempo en la vida diaria de un poblador, es más de lo que imaginó ser, es un sentimiento, un sentimiento que se comparte entre la gente, entre los turistas, entre un pueblo que tiene más historias que contar, de las que podríamos imaginar.

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